En
1931, la población de Poughkeepsie, en Nueva York, se encontraba sumida
en una situación similar a la del resto de Estados Unidos... hundida en
lo más profundo de la Gran Depresión.
Había
una gran inestabilidad laboral y los estafadores estaban a la
orden del día.
Fue
en estas circunstancias cuando el arquitecto Alfred Mosher
Butts, nacido el 13 de abril de 1899, residente en Poughkeepsie, perdió su trabajo y
decidió explorar su pasión por los juegos y las palabras.
A
Butts, hombre tranquilo y apacible, no le gustaban los juegos
con dados, porque en ellos todo dependía de la suerte. Pero
por el otro lado, opinaba que los juegos que requerían muchas
habilidades -como el ajedrez- resultaban demasiado
intelectuales para el público en general.
Así
que decidió inventar un juego en el que intervinieran una
mitad de suerte y otra mitad de habilidad, y a finales de 1931
ya había dado con la idea inicial del actual Scrabble®, un
juego al que denominó Lexico.
Lexico
se jugaba sin tablero de juego, y los jugadores anotaban
puntos en base a la longitud de las palabras que iban
formando. Se obtenían puntos adicionales por utilizar letras
poco comunes (B, F, H, M, P, V, W, Y) y un mayor número de
puntos adicionales por utilizar las letras más inusuales (J,
K, Q, X, Z).
La
manera como Butts calculó la frecuencia de aparición de las
letras en su lengua y el correspondiente valor de cada una de
ellas fue mediante un riguroso análisis de la portada del New
York Times.
Llegó
a la conclusión de que el juego resultaba muy fácil si se
incluían muchas "S", así que redujo el número a
4.
En
1933 Butts solicitó una patente para su juego Lexico, que le
fue denegada.
Del
mismo modo, cuando lo presentó a dos fabricantes de juegos,
Parker Brothers y Milton Bradley, sólo recibió una cortés
negativa.
Butts
no tiró la toalla, y en los siguientes 5 años fabricó él
mismo casi 200 juegos que regaló o vendió a sus amigos, pero
Lexico no llegó más lejos. No era un éxito comercial.
Corría
el año 1938 cuando Butts introdujo un elemento verdaderamente
innovador en su juego.
La
gran popularidad de los crucigramas le proporcionó la
brillante idea de combinar las letras sobre un tablero de
juego, formando palabras del mismo modo que en los
crucigramas.
Lexico
cambió de nombre varias veces, llamándose sucesivamente New
Anagrams, Alph, Criss-Cross y Criss-Crosswords.
Butts
dibujó él mismo con sus instrumentos de arquitectura los
primeros tableros de juego para Criss-Crosswords,
imprimiéndolos y pegándolos en tableros de ajedrez.
Asimismo,
dibujó las letras de las fichas a mano, pegándolas en trozos
de madera de 0,5 cm., cortados a la medida de las casillas del
tablero.
A
lo largo de los años siguientes, la mecánica del juego
cambió paulatinamente. Por ejemplo, en un momento dado, la
primera palabra del juego debía colocarse en la esquina
superior izquierda del tablero.
Sin
embargo, muchas de las características del juego original de
Butts se han conservado hasta nuestros días, por ejemplo, el
tablero de 15 x 15 casillas o el atril de 7 fichas, así como
el número de fichas de cada letra y los valores de las
mismas, que se han mantenido igual desde 1938 hasta hoy.
Pero
Criss-Crosswords obtuvo el mismo rechazo que Lexico. De nuevo
le fue denegada la patente para el juego y varios fabricantes
rechazaron su propuesta. ¡Una desafortunada decisión de la
que unos años después a buen seguro se arrepentirían!
Durante
un tiempo, Butts consideró la idea de fabricar y comercializar el juego
con sus propios medios, pero pronto se dio cuenta de que no tenía
espíritu de empresario y volvió a su trabajo como arquitecto. Con la
llegada de la Segunda Guerra Mundial, Butts abandonó el desarrollo del
juego hasta 1948.
Y
en ese momento se produjo un hito en la historia del juego,
protagonizado por James Brunot, amigo de Butts y uno de los
primeros en recibir uno de los juegos Criss-Crosswords que
Butts había fabricado con sus propias manos.
James
Brunot y su esposa creían firmemente en el juego y decidieron
arriesgarse a comercializarlo. James Brunot no sólo creía en
el juego, sino que disponía del tiempo y del espíritu
empresarial necesarios para embarcarse en esta aventura
comercial.
Así
que Butts y Brunot llegaron a un acuerdo: a cambio de dar la
autorización a Brunot para fabricar el juego, Butts
recibiría un royalty por cada juego vendido.
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Los
Brunot decidieron que el juego necesitaba pequeñas
modificaciones, por lo que reorganizaron la distribución de casillas
con premio y simplificaron las reglas, que resultaban demasiado largas y
complejas. Al mismo tiempo, empezaron a pensar en un nuevo nombre y
solicitaron un "copyright" (derechos de autor), lo que se les
concedió el 1 de Diciembre de 1948.
Pocos días después llegó el gran día... tras largas consideraciones,
decidieron llamar Scrabble® al juego y consiguieron registrarlo el 16
de Diciembre de 1948.¡Por
fin había nacido el Scrabble® que todos conocemos!
Los
Brunot empezaron vendiendo el juego en el salón de su casa de
Newtown, en Connecticut.
Brunot
compraba las piezas para fabricar el juego y las montaba con
ayuda de su esposa. Al principio, sólo fabricaban 18 unidades
diarias, debido al trabajoso proceso de estampar las letras en
las fichas de madera una por una.
Durante
1949, el primer año de producción del juego por parte de los
Brunot, montaron y vendieron 2251 juegos, perdiendo $450. En
los años siguientes, continuaron luchando y trabajando duro
para comercializar el juego.
En
1952 seguían perdiendo dinero, por lo que empezaron a pensar
en abandonar el proyecto y Brunot se tomó unas vacaciones
para considerar el futuro de su empresa.
Al
volver, se encontró con una agradable sorpresa: una avalancha
de pedidos, debido a que los que lo habían adquirido lo
recomendaban con entusiasmo a sus amigos y conocidos. Había
llegado el momento de trasladarse a un local más grande, así
que se mudaron a un colegio abandonado cercano a su casa de
Connecticut.
En
el último trimestre de 1952 se vendieron 37.000 unidades de
Scrabble®.
Fue
también en el año 1952 cuando Jack Strauss, el presidente de
Macy's® de Nueva York -los grandes almacenes más importantes
del mundo-, aprendió a jugar a Scrabble® durante sus
vacaciones.
El
juego le entusiasmó de tal manera que al volver a Nueva York
pidió a su Departamento de Juegos que le mandaran unas
cuantas unidades. No existen testimonios de cómo sucedió
todo, pero el hecho es que su Departamento de Juegos tuvo que
confesar que no vendían Scrabble®... ¡hasta ese momento!
Macy's®
no sólo empezó a vender Scrabble®, sino que apoyó una
campaña de promoción del juego que cautivó a miles de
personas.
En
1953, aunque la cifra de producción había aumentado a 6.000
unidades por semana, Brunot se dio cuenta de que no podía
satisfacer la extraordinaria demanda de Scrabble®, así que
cedió la licencia de fabricación a Selchow and Righter®, el
fabricante de juegos líder en Estados Unidos, que
precisamente lo había rechazado unos años antes.
Durante
tres años, se tuvo que racionar el servicio de Scrabble® a las
tiendas, ya que la demanda no dejaba de aumentar y el
fabricante no podía satisfacerla.
Mientras,
la fiebre de Scrabble® se extendió hasta Australia en 1953.
Ese mismo año, J. W. Spear & Sons® lanzaron el juego en
Gran Bretaña, donde se convirtió en un éxito de ventas
inmediato.
Brunot
acabó vendiendo los derechos de Scrabble® en 1968 a Spear's®
para todo el mundo excepto para los Estados Unidos, Canadá y
Australia (unos años más tarde consiguieron también los
derechos para este país). Los derechos quedaron repartidos de
esta manera hasta la actualidad.
En
1986 Selchow and Righter vendieron los derechos a Coleco, que
quebró en 1987. Y así sucedió que, 53 años después de
rechazar el juego, Milton Bradley adquirió los derechos de
Scrabble® para los Estados Unidos y Canadá.
En
1991 tuvo lugar el primer campeonato mundial (en inglés) de Scrabble® en
Londres, y el segundo se organizó en Nueva York en 1993. En español,
se celebró el Primer Campeonato Internacional, en Madrid, en el año
1997. En 1998 se convocó al Segundo Campeonato Internacional en Ciudad
de México D.F.
Desgraciadamente,
James Brunot murió en Octubre de 1984, por lo que nunca
llegó a ver el primer campeonato mundial del juego, pero
Alfred Butts sí tuvo la suerte de verlo (asistió a la competición de
Nueva York y quedó maravillado al ver lo lejos que había llegado su
invento).
Butts
siguió jugando al Scrabble® con su familia y sus amigos hasta
el final de sus días. Este hombre modesto y sin pretensiones
vivió para ver cómo su creación se convertía en un
fenómeno mundial. Vivió hasta los 93
años, muriendo en Abril de 1993.
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